El polígrafo o detector de mentiras tiene como finalidad identificar la veracidad de las respuestas neurofisiológicas de las personas. Al basarse en la medición del pulso, la respiración y la presión arterial, es necesario que se compruebe que la persona se encuentra en condiciones óptimas para someterse a la misma.
Queda claro que el principal problema de este proceso no son la evaluación ni el control de confianza, sino todo aquello que lo rodea (contexto social de cada persona, precariedad laboral que los orilla a tomar malas decisiones, ausencia de sentido de pertenencia, etc.)
La prueba del polígrafo se debe acreditar bajo principios de limpidez y legalidad, es por ello que es de alta importancia que se aplique solamente cuando sea estrictamente necesario para los intereses de la empresa y cuando el candidato, o colaborador, desempeñe tareas y funciones que requieran de transparencia y profesionalismo absolutos.
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